He recorrido la montaña
pero su soledad hizo que marchara.
He vivido en la selva
pero tanto calor terminó por sofocarme.
He transitado por ciudades grises y coloridas.
Las grises no toleran preguntas, las otras se quedan sin respuestas.
He caminado kilómetros sin brújula
y las puertas de las ciudades se cerraban a mi llegada.
Caminé años sin rumbo
pero con un Norte bien definido
Mas un día llegué hasta el mar,
con su bravura y su intolerancia a la quietud.
El mar, con su brisa fresca que calma el calor
y con la arena tibia que abriga los males.
Elijo el mar ahora y siempre,
elijo su encanto para quedarme.
-LEo-
miércoles, 22 de agosto de 2007
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